jueves, 16 de octubre de 2014

Tenemos situaciones en nuestra vidas que nos colapsan. Pasamos por problemas de salud, familiares, económicos, laborales, espirituales, amorosos. La suma de situaciones a resolver es grande.
En ninguno de los casos debemos ir en contra del suceso, sino a favor de ello. A qué me refiero? Renegar, enojarse, insultar, odiar, encolerizarse, maldecir, son acciones que tomamos ante algo que no podemos resolver por si sólo. Es común, pisando la normalidad, que quienes no tiene inteligencia emocional (la mayoría) caiga en este doble estado de estrés. La vivencia de la situación en sí misma, y la postura resistente ante ella.
Es preciso tomar cartas en el asunto, resolver, actuar en calma, con fe, paciencia. Todo está sujeto a solución, cambio, todo pasa.
Nada de los que nos sucede es por casualidad sino por causalidad, creo que todo sucede según un plan. Ese plan es aprender constantemente para llegar a ser mejores personas todos los días. Más sabios, más puros, más humildes de corazón, más serenos de mente.
Una oración preciosa he encontrado en la Biblia Salmo 23.
 23 El Señor es mi pastor,
nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
junto a aguas de reposo me conduce.
El restaura mi alma;
me guía por senderos de justicia
por amor de su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado me infunden aliento.
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
has ungido mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor moraré por largos días.

Bendecido día.