La persona es un conglomerado de emociones, experiencias, deseos,
satisfacciones, insatisfacciones. Es un cuerpo vinculado a ellos y es un todo
relacionado con el otro, los otros, la sociedad, el mundo.
Los vínculos tienen
limitaciones, todos se ajustan, se dilatan o contraen, con un fin positivo:
vivir lo mejor que se pueda.
Aunque haya
desorden en ellos, el fin positivo interno es buscar el orden. Cuando se
enfrenta al desorden se enfrenta uno a una realidad mental que no estaba
diseñada en la mente.
Por ejemplo:
Una mujer cree llevar una vida perfecta,
tiene un cronograma diario de actividades, un trabajo con un sueldo saludable,
la casa, los chicos, las mascotas, el patio, los amigos.
Un día algo le dejó un espacio vacío. El
trabajo dejó de ser productivo aún con sueldo saludable, los niños tomaron vida
propia, la casa tomó un ritmo natural, las mascotas dejaron de romper todo, el
patio lo desbastó el invierno, los amigos tienen sus propias realidades tal o
peores que la de ella.
Empezó a tener tiempo libre. Libre para qué?
Los días dejaron de pasar rápidamente, los silencios y momentos de ocio no
estaban deseados sino que aparecieron, llegó lo inesperado.
El cuerpo comenzó a tensarse, preguntas
nuevas sin respuestas, la mujer quedó desesperada. Todo lo vivido... para qué?
Ahora soy libre... para qué?. Estar desesperada es estar ya sin esperar nada.
El futuro vacío estaba por delante.
El peligro se acercó sigiloso, estaba en los
silencios, en las preguntas, en el ocio sin sentido. Un sentido para la vida es
lo que esperaba desesperada?
Salir de dónde estaba, lugar cómodo que dejó
de serlo, para ir hacia dónde no lo sabía. El marido ya no era ese caballero
del que se había enamorado, sino era un hombre común y corriente, feo, que no
le gustaba lo que decía ni hacía, empezó a ver los errores y defectos.
Los fantasmas ocuparon un lugar preponderante
en su historia. Todo lo real se tornó irreal. No distingue la puerta de salida.
Está en una encrucijada.
Si sigue sus sentimientos, si cumple con lo
que se adeuda a sí misma, que ahora lo recuerda, saldrá ilesa de la encrucijada
porque puede dar un paso hacia su futuro.
Si se queda parada, quejándose por su suerte,
no hará más que enfermarse.
Decidió quedarse parada. No puede sola. Es
aquí dónde recurre al terapeuta.
El reconocimiento de las propias limitaciones
hace que se abran nuevas puertas a lo desconocido, descargar sobre el terapeuta
los miedos hace que pueda verlos de frente. Reconocerse, conocerse a sí misma,
re descubrirse. Pautas inevitables que se sostienen para saber dónde uno está parado
y plantado, sobre qué creencias está basando la actitud de elegir quedarse
parada.
Estas creencias son las barreras que se
elevan en una encrucijada por las cuales se toma la decisión de parar.
Estar en una
encrucijada es caer en el fuego de la chimenea, el fuego se aviva con la ayuda
del terapeuta, se quema una, entera, aprendiendo cuáles son las falsas
creencias que se sostuvieron por no estar conciente de una misma, por no estar
en el eterno darse cuenta. Quemada y hecha cenizas vuelve a retomar el camino,
las huellas que deja el polvo volátil hacen que sepa de dónde viene y hacia
dónde va en su propia reconstrucción.
Caer en el fuego de
la chimenea es el sufrimiento, debe uno quemarse para cambiar, sentir que está
en juego la vida. No es el miedo psicológico, es el sufrimiento profundo lo que
motiva el cambio.
Un miedo
psicológico se resuelve con un responsable “si” o con un digno “no”, pero es el
sufrimiento lo que lleva a la mujer al cambio, a tener fuerza para hacer,
sentir y ser con más coherencia dentro de si, para sumirse a la modificación.
Erich Fromm señala que sin sufrimiento no
hay crecimiento, que hoy en día creer que todo se debe hacer sin sufrimiento es
venderle ilusiones a la gente.
Creo, y afirmo que es así. No se sufre gratuitamente, sino que se sufre con la carne cuando se está dentro de un sistema corrompido y los valores internos, los deseos e intereses internos ya no coinciden con el entorno. No se puede modificar el entorno, pero si se puede hacerlo con uno mismo.
Creo, y afirmo que es así. No se sufre gratuitamente, sino que se sufre con la carne cuando se está dentro de un sistema corrompido y los valores internos, los deseos e intereses internos ya no coinciden con el entorno. No se puede modificar el entorno, pero si se puede hacerlo con uno mismo.
Quemar las falsas
creencias: yo no puedo hacer tal cosa porque soy de tal manera que me hicieron
creer es lo más destructivo que tenemos. En cambio si se dice confío en mi
misma porque sé que soy de tal manera tengo fortaleza para hacer lo que deseo,
esto implica haber sufrido primero para ser auténtico, genuino en la condición
y poder salir provechoso de la situación.
Terapeuta Patricia Santana
Terapeuta Patricia Santana